Hay dos personas a quienes admiro por su talentoso trabajo, dos grandes mujeres que he conocido gracias a La Garriga y que me llenan de inspiración y Belleza cada vez que llegan aquí. Os hablo de Mireia Abras y Noemí Jariod.
Tenía muchísimas ganas de hacer algo especial con ellas para empaparme de su creatividad e imaginación, así que les propuse realizar una sesión de inspiración en el bosque de la masía, el mágico bosque que envuelve la casa y le da vida.
Me hace una ilusión especial mostraros el siguiente reportaje, que hemos titulado Outlander, fruto de mucho cariño, trabajo y delicadeza. Voy a “dosificar” la sesión de inspiración en tres entradas distintas para que así podáis gozar lentamente de cada uno de los detalles.
Gracias de corazón a Mireia Abras por imaginar este sueño y hacerlo realidad, gracias a Noemí Jariod por estas fotografías, cada una es una auténtica postal, y gracias a todos los excelentes colaboradores por aportar su color en este proyecto. Bienvenidos a Outlander…
Una capa en medio de un bosque y el color azul fueron los primeros elementos de inspiración para construir esta historia. Una vez todo el equipo nos trasladamos al mágico bosque de La Garriga de Castelladral nos vimos rodeados de preciosas plantas y vegetación, especialmente por el viburnum y su fruto de color azul.
Este azul cobalto se integró a la perfección a nuestra paleta de color y a la preciosa falda de tul diseñada por Maria Lluïsa Ravell. Para realizar el ramo y el tocado, junto con las flores de Edelwis y el fruto del eucapitus populus.
La mesa tiene una importancia vital en toda celebración y queríamos recrear en ella un escenario lleno de esa vida. Partimos de la naturalidad de la madera y del mimbre que nos proporcionaba el mobiliario (seleccionado en Mercantic, un anticuario de la zona) y lo combinamos con tonalidades grises y metálicas que nos ofrecían otros elementos de estaño: candelabros y cubiertos. Enlazamos de esta manera los colores tierra con los cobalto.
Las flores acompañaban a los objetos dibujando una silueta de color desenfadada y lánguida. Escabiosas y rosas de jardín fueron las flores elegidas.
Sobre la mesa, un camino de lino y objetos seleccionados con gran delicadeza, para conseguir una imagen de simplicidad. Encima, como marco, un arco de hojas de metal y muchos verdes de temporada, eucaliptus, lentisco y viburnum, enfatizando la esencia de un estilismo salvaje, natural y con elementos de nuestra tierra.
El toque de romanticismo lo encontramos en el columpio que cuelga entre los estilizados pinos del bosque. Unimos de nuevo el color azul del vestido a los colores más cálidos de las rosas de jardín «Charles de Gaulle», los escaramujos y las hojas de Helecho, sobre un manto de musgo. Flores para una mirada más soñadora